Passarella más Púa, como debe ser

Pua y Pasarella

Víctor Púa y Daniel Passarella en un pasaje de la breve reunión que mantuvieron en el restaurante de la Hostería del Lago. Púa sería el encargado de dirigir a la selección mayor en la Copa América.

por Juan Carlos Paullier de la redacción de El Observador

La demorada designación de Daniel Passarella al frente de la selección mayor no dejaba otra alternativa que la de Víctor Púa para asumir la responsabilidad de dirigir al equipo celeste en la Copa América, pese a la oposición de la absoluta mayoría del sistema, argumentando una supuesta incompatibilidad en la tarea del técnico de los juveniles.

La lógica de los hechos pudo más que la maquinaria del ruido y ­tal como fue señalado en esta columna hace más de un año­ Púa estará en la conducción del equipo A de Uruguay, en un torneo en el que todos deseamos que se cumpla una digna performance, pero donde está claro que no se juega el destino de este fútbol.

El sentido común que proclamamos en todo este tiempo debía primar en la decisión de la AUF, fue puesto en práctica por el propio Passarella, quien solicitó a Púa integrarse a su proyecto, encarando en primera instancia la dirección del elenco nacional en la Copa América, misión que a todas luces, por multiplicidad de razones, no podía ser para el argentino. En primer término, porque recién llegó a un medio que reconoce por referencias y a nadie con un mínimo de sensatez se le podía ocurrir que un profesional de sus credenciales iba a estrenar su cargo con mínimas garantías de obtener un dividendo satisfactorio. Pero, además, quienes pretendieron imponerle a Passarella o a su ayudante Alejandro Sabella la obligación de iniciar un ciclo en Uruguay sin el dominio de la escena imprescindible en este tiempo, demostraron que todavía creen en la improvisación, los voluntarismos y las fórmula mágicas que nos condujeron a este abismo.

Por eso proclamamos en su debido momento que el camino más directo a Paraguay lo teníamos que recorrer con Púa al volante, porque nadie como él conoce la materia prima que deberá utilizar, apelando a futbolistas que vio crecer desde abajo hasta la exigencia de campeonatos mundiales, sin perjuicio de nombrar también a jugadores del medio o de los que actúan en el exterior.

Lo llamativo es que este razonamiento muy pocos lo apreciaron, primero intentando cerrarle el paso a Passarella o a cualquier otro técnico del exterior e insistiendo con nombres que ya sabemos nada le aportaron al fútbol uruguayo para cambiar la imagen de un sector inmovilizado.

Porque aunque a ciertos operadores les moleste, lo dicho por el técnico argentino Carlos Salvador Bilardo hace días respecto a la presencia de Passarella en Uruguay, son expresiones de una incontrovertible realidad. “Les va a dar una mano grande ­dijo Bilardo­ porque Passarella es capaz de sacudirlos del letargo en que viven, con un considerable retraso táctico que los hizo desaparecer del primer plano hace mucho tiempo”.

No porque lo diga Bilardo damos por buena la afirmación, sino que es ratificar a través de un calificado testimonio cómo nos ven desde afuera y en dirección contraria a los que en Uruguay creyeron que con llevarse por delante a los adversarios a puro golpe, íbamos a seguir reinando en un mercado donde muy poco significamos.

Por eso el cambio era impostergable y Passarella abre una expectativa de reingresar al primer mundo sobre bases serias y con un trabajo integralmente profesional, sin espacio para los afiliados permanentes al dejar todo como está. Y a esta empresa que comienza Passarella suma a Púa pero no sólo para sacarle las castañas del fuego en la Copa América, sino para participar como un referente clave en un proceso dirigido a clasificar para el campeonato del mundo de Japón y Corea 2002. La propuesta del técnico argentino redunda en beneficio de todos, principalmente de él, porque va a tener un asesoramiento de primera mano de parte de quien, con los juveniles en los últimos años, logró éxitos y un fútbol bastante más estilizado en lo técnico que el característico de nuestras canchas.

El propio Púa, que no arriesga nada en la Copa América (como equivocadamente fue indicado por muchos), también obtiene otro posicionamiento deportivo y laboral que le permitirá crecer como técnico, asociado a una figura de nivel mundial como Passarella.

Y pensar que tuvo que pasar más de un año para hacer posible la concreción de esta sumatoria. Sólo aquí se dan estos absurdos.

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